Me cago en la resonancia magnética, en la prueba de cajón y en la artroscopía exploratoria.
En la rotura de fibras ligamentosas, en el síndrome meñiscal y en la caída del masa muscular del recto anterior.
Me cago en el que me revolcó por el suelo, en el duro piso de la cancha, y en el momento que se me ocurrió enganchar para afuera.
En la inflamación, los dolores articulares y en las miles de opiniones recogidas.
Me cago en la medicina, la traumatología y la kinesiología.
En la rehabilitación del cuádriceps, la onda corta y la elongación del tendón rotuleano.
En los zapatos con pesas, en la camilla del gimnasio y en la toma de magneto.
Me cago en las recetas, en las órdenes de la obra social y en la medicina prepaga.
En los síntomas que aparecen, las inflamaciones que se insinúan y en las insólitas posiciones a las que someto a mi pierna para ver si duele.
Me cago en mi pierna, en mi rodilla y en mi ligamento cruzado anterior averiado, en la inestabilidad que me provoca, en la amenaza de futura artrosis y en los meses que llevo parado.
Me cago en todo porque estoy cagado.
Yo quiero ir a jugar a la pelota.
Sean felices!
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